Paloma Prieto, Fuenlabrada.- Si, así es. Todos los años sucede lo mismo. La vuelta a la universidad trae consigo ver de nuevo a los compañeros de clase, idas y venidas a la biblioteca, pasar horas y horas en la cafetería y también los problemas con los horarios de los servicios de la universidad.
Mientras que en el turno de mañana todos los servicios están abiertos desde las nueve (hora a la que se inician las clases) hasta la hora de la comida (es el caso de reprografía que cierra durante una hora, de gestión y de la librería), en el turno de tarde no sucede esto y se da una disminución de horas en comparación con la mañana.
Sea porque la hora de reapertura coincide con las clases o porque la hora de cierre sea las siete (en la mayoría de los casos), todo ello pone en un aprieto a los estudiantes.
Y para qué hablar de los viernes. Último día lectivo de la semana y, parece ser que porque sea el último, la librería termina antes (concretamente las 16:30) y la cafetería apaga la plancha a las 18:00 (de lunes a jueves dura hasta las 19:00).
Otra queja suele relacionarse con el edificio de gestión; al ser parte de la universidad Rey Juan Carlos (URJC), los estudiantes creen que debería cerrarse a la hora en que terminen las clases, pero esto no ocurre así. La parte de gestión cierra a las cinco y media de la tarde, mientras que muchos alumnos terminan clases a esa hora o las empiezan y es imposible acudir si es necesario.
Por otro lado, la opinión de los estudiantes suele ser la misma, es decir, quieren horarios que abarquen los dos turnos completamente para evitar el problema de los beneficios para unos y los inconvenientes para otros.
Pero, para disgusto de los alumnos, las quejas no sirven para nada. En reprografía no han mostrado interés por alargar los horarios y en otros sitios, como gestión, aun sabiendo que se quedan cortos de tiempo no hay ninguna intención de dar más tiempo a los estudiantes.
Siendo la URJC una universidad “pública y preparada para ti”, debería ajustar y adaptar el horario de los servicios al de las carreras ofertadas y exigir que se cumplieran. Por ello, el alumnado seguirá aguardando para ver si algún día las quejas son escuchadas y estos cambios se producen.
Todo ello evitaría las caminatas a paso rápido y las colas a la entrada del servicio de reprografía para no ser la persona a la que cierran la puerta en las narices.
Mientras tanto, el estudiante tendrá que aceptar que la universidad aún no está preparada para él.
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