Tan sólo una reja los separa


Una reja es lo único que separa el campus de Fuenlabrada de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), un lugar donde se desarrolla el futuro de miles de estudiantes, con la zona agrícola tradicional, que lleva allí varias generaciones y un asentamiento rumano.

Los agricultores y recolectores de Fuenlabrada llevan cultivando el campo fuenlabreño desde hace más de 50 años. Todos ellos recuerdan que, desde que tienen uso de razón, sus abuelos ya trabajaban en estas tierras. Hoy, como entonces, se dedican a la plantación de verduras y hortalizas: acelgas, repollos, coliflores y lombardas crecen en los surcos. La construcción del campus universitario no les ha afectado en su trabajo; la actividad agrícola y la educativa no han entrado en contacto entre sí. Comentaron que el terreno, ahora propiedad de la URJC, antiguamente era de particulares, pero estaba en desuso y que, al iniciarse el proyecto de construcción, el ayuntamiento de Fuenlabrada había expropiado dichos terrenos a cambio de indemnizaciones. Los agricultores denuncian los problemas económicos que llevan sufriendo durante años; los productos cosechados alcanzan precios muy bajos en origen y no tienen posibilidades de competir con las grandes explotaciones; la crisis económica les dificulta en mayor grado el poder salir adelante. Por esa razón, uno de ellos, Mariano, comentaba, “la agricultura está siempre en crisis, no nos pilla por sorpresa”. Éste último agricultor también tiene plantas hortícolas en invernaderos.
La extensión de estos campos cultivados se inicia, como ya se ha mencionado anteriormente, en las proximidades de la URJC y llega hasta el pueblo vecino de Moraleja de Enmedio.
Si se sigue observando el perímetro externo que rodea la universidad, se encuentra un edificio donde, antes de que llegara la nieve, podían verse gallinas sueltas en su interior. Es una construcción que lleva en pie 15 años y, como dijo el dueño, nunca ha percibido ningún problema ni alteración por los estudiantes ni la administración universitaria.
El corral de gallinas precede a un asentamiento de inmigrantes de nacionalidad rumana. Viven en chabolas construidas con plásticos y cartones recogidos y reciclados para convertirlos en las paredes y techos de sus casas. En el poblado también están instaladas varias caravanas. El campamento de rumanos en nada se parece a la arquitectura del campus de Fuenlabrada.
Tan cercanos y tan distantes, todos ellos comparten un mismo tiempo y un mismo espacio, y aunque entre ellos sólo hay una reja de separación, sus vidas nada tienen que ver entre sí, salvo que forman parte de la realidad social de un país como España.

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