Gabriela Cáceres, Fuenlabrada.-Llegamos a las doce y media aproximadamente a cafetería y en el ambiente se puede respirar la desesperación de los alumnos por comer, pero lamentablemente falta media hora para poder saciar el hambre. Mientras llega la esperada hora, muchos alumnos matan la ansiedad jugando al mus, otros bebiendo agua y otro más desesperados comiéndose unas bravas recién salida de la freidora.
Poco a poco se aproxima la tan ansiada hora y en las maquinas para retirar el ticket se forman unas filas desesperantes, eso les ocurre aquello que lo cogen justo a la hora en que abren el comedor, porque hay otros que nada más llegar ya se van cogiendo su ticket. Siempre hay un despistado que se dirige directamente al lugar donde sirven la comida sin coger ticket ni nada, creyendo que es ahí donde te lo venden directamente como sucedía a principio de curso del año pasado.
Al fin llega el tan esperado momento, la hora de comer, entonces podemos observar como un puñado de alumnos se agolpan delante del mostrador de la comida para coger su bandeja y llenarla de aquello que más les guste, claro está que muchos de ellos ya han observado lo que hay de menú, otros les da exactamente lo mismo , solo les importa matar el hambre.
Aquellos que han observado el menú previamente y no encuentran nada de su agrado, cogerán un plato combinado sin saber de qué se trata o simplemente una hamburguesa con queso y carne, para aquel que nada le gusta siempre queda el otro sector del comedor, la cafetería, que por supuesto a esa hora esta llenísima, con gente desayunando, otros simplemente contándose sus vidas y aquel que no sabe qué comer se pide un bocadillo y una coca cola.
Otros, los que prefieren no gastar dinero, se traen la comida desde casa , teniendo una ventaja que pueden comer a las doce y media , incluso antes y no tiene que esperar que comiencen a vender los menús, claro que si esperas a que comience a llegar la gente , las filas en los microondas es increíble.
Sobre las dos de la tarde comienzan a llegar desconocidos, que no son ni profesores ni personal, sino que son trabajadores de las obras cercanas a la universidad que se acercan a comer al comedor ya que el menú es más barato que en el bar.
Van pasando las horas y el comedor se va despejando, aquellos que les gusta comer tarde esperan a que sean las 3, otros se quedan jugando al mus, para relajarse ya que no se pueden echar la siesta, y por ultimo quedan aquellos que tienen que acabar algún trabajo o que simplemente chatean en el ordenador.
Como en todo, siempre hay un despistado que no se ha enterado que el comedor se cierra a las 4:30 y que para jugar al mus esta la cafetería o el césped.
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